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Renuncié a mis trabajos para viajar sola por el mundo

Te cuento la historia de cómo y por qué decidí dejar la vida cómoda y aventurarme a viajar sola por el mundo, con un pasaje de ida y sin fecha de regreso. Sé que decidir renunciar y viajar no es una decisión fácil de tomar y ni hablar si lo que dejás va más allá de lo laboral. Pero se puede, te juro que se puede. ¡Leela así te da el empujón que necesitás para hacerlo vos también!

¿Cómo hice para renunciar y viajar?

¡Guardate esta data en pinterest!

Ayer fue mi último día laboral. Tengo una mezcla de sentimientos, no te voy a mentir. Cuando leía a la gente que dejaba su trabajo para viajar por el mundo, se los notaba súper felices de haberlo hecho…¿la magia de las redes sociales? Quizás si, quizás no. Lo cierto es que, si bien estoy contenta y sé que renuncio por ir a cumplir un sueño, voy a extrañar muchísimo todo esto que hoy estoy dejando.

Había una vez…

…una chica que se la pasó estudiando y trabajando durante toda su adultez. A los pocos días de haber cumplido los 18 comencé a trabajar. Al tiempo conseguí trabajo de ventas en shoppings donde trabajaba 48 hs semanales, incluyendo sábados, domingos, feriados…lo que dé…

En paralelo había arrancado el CBC, en la tan hermosa Universidad de Buenos Aires. Mi vida giraba en torno a lo laboral y a estudiar en cada cachito libre. Tengo el recuerdo de salir de trabajar de Unicenter shopping a las 22 hs y volver a mi casa leyendo en el colectivo con las luces azules del colectivo 343 ¡durísimo!

A los 19 me fui de mi casa y desde ahí todo se hizo más pesado. Ya no podía dejar de trabajar…y dejar de estudiar no era opción. Costó y mucho. Hice algunos cambios de carrera, resigné muchas cosas, hasta que al fin encontré mi vocación.

Último día laboral…cuán diferente será la vida de ahora en adelante

Ocupaciones significativas, ¿de qué trabajo?

A mis 24 comencé a estudiar terapia ocupacional. Me encantan los cambios de rumbo. De hecho entré a la carrera porque me quería dedicar a rehabilitación física de adultos y terminé dedicándome a trabajar en salud mental con niños, nada que ver.

De a poquito me fui enamorando de esta carrera. Es algo inexplicable, pero la terapia ocupacional genera un amor tan hermoso que te abre la mente y el corazón. Hace que cambies la manera de ver el mundo…de dejar todo tipo de asistencia, para empoderar al otro.

Entendés que todos somos diferentes, y que eso es extraordinario. Te dedicás a que la gente descubra ocupaciones significativas y los ayudás a que puedan desempeñarlas por sí mismos. Y lo mejor que eso se aplica a todos los campos que te puedas imaginar. En fin, podría hablarte horas de lo mucho que amo esta profesión, pero no es el objetivo del post.

Me recibí a mis 28 años y desde entonces no paré de trabajar. Ahora, al menos, había dejado el rol de estudiante. Pero como dice el dicho, en casa de herrero cuchillo de palo, la terapista ocupacional tenía un desbalance ocupacional importantísimo: trabajaba demasiado.

Además de todas las horas que uno está con los pacientes, hay un montón de trabajo que se hace por fuera: planificar actividades, analizar cada caso, realizar todo tipo de cuestiones administrativas: informes, planes de tratamiento, etc, etc.

Regalitos de pacientes cuando decís que vas a viajar por el mundo

La decisión de renunciar y viajar

Allá por febrero del 2018 volví de mis vacaciones. Había juntado todos los días habidos y por haber en mis trabajos y me fui a la hermosa isla feliz con sus playas paradisíacas y a Uruguay que hacía tanto que lo quería recorrer. Así que volví con toda la energía para arrancar el año laboral a full.

En marzo retomé mis trabajos…en ese momento tenía 4. Y aunque muchas veces ni sentía que estaba trabajando, sólo sentía que me la pasaba jugando, había algo que me empezaba a hacer ruido: la cantidad de horas que me la pasaba trabajando.

Mis viernes eran terribles…entraba a las 8 a un trabajo, salía a las 12…almorzaba en el colectivo mientras iba a mi otro trabajo del que salía a las 16 corriendo para llegar a mi tercer trabajo. Me estreso de sólo pensar en las corridas de aquél entonces.

Hubo un momento del año que me empecé a angustiar mucho. Estaba súper cansada y aunque amaba mis trabajos, sentía que se me estaba yendo la vida trabajando. Mientras estaba con mis pacientes estaba súper bien…al dedicarme a niños, todas las intervenciones son a partir del juego así que básicamente estaba todo el tiempo jugando.

Pero cuando salía de trabajar, entraba en crisis. Me sentía agotada y agobiada de este sistema. Trabajaba 11 meses, de lunes a viernes, casi el día entero. Y la mayoría de lo que ganaba se iba en pagar el alquiler, las expensas, los servicios. No estaba teniendo mucho sentido.

Hasta que llegó el punto de quiebre, en donde sentí que si seguía en ese ritmo de vida iba a morirme, literal. Y aunque venía considerando el hecho de irme unos meses a dar vueltas por el mundo…estaba todo en el plano del pensamiento.

Hasta que un domingo a la noche, saqué un pasaje de ida al otro lado del mundo. Ya está, no había vuelta a atrás. Mi sagitariana impulsiva hizo lo que la Geraldine pensativa no se animaba a hacer. El sueño de renunciar y viajar estaba a punto de cumplirse (aunque aún no había renunciado jeje).

Lo que dejo

Mis afectos…mis amigos, mi familia, mi pareja. Aunque siempre sentí el apoyo de todos, creo que en el fondo, muy pocas personas se imaginaban que realmente lo iba a hacer. Es difícil salir de la zona de confort, de lo conocido, del lugar en donde uno se siente cómodo. Pero esa comodidad, a mi me estaba matando…y ellos lo saben.

Por eso creo que a pesar de que no están muy de acuerdo con esto de renunciar y viajar, me re contra súper apoyaron siempre. A pesar de los llantos, de los abrazos fuertes e interminables, y de los ¡te voy a extrañar un montón!, están ahí acompañándome en la realización de mi sueño…y eso para mi es invaluable.

Mis trabajos…en donde tuve la suerte de conocer personas y profesionales maravillosos y hasta relaciones que trascendieron lo laboral. Trabajos que donde me dejaron ser libremente y confiaron plenamente en mi, esos que me vieron crecer como persona y profesional. Trabajos únicos, que muy probablemente, no voy a tener la posibilidad de tenerlos nuevamente.

Y entre todo eso, mis pacientes…que fueron el motor para seguir día a día, a pesar de que estuviera en crisis total con el ritmo de vida. Sonrisas, palabras, gestos de amor por mil, y caritas de logro que me las llevo a cualquier lugar del mundo en donde esté.

¿Qué sigue?

No sé, sólo sé que así se cierra esta etapa. El sueño de renunciar y viajar dejó de ser un sueño para convertirse en una realidad. Aunque aún no haya muchos planes, más que un pasaje para el 4 de marzo, estoy segura que la vida me va a sorprender. Porque me animé al cambio…porque estoy saliendo de este lugar de comodidad… porque siento que voy en búsqueda de algo que me hace feliz… porque estoy persiguiendo mis sueños.

Hace un año tenía una compañera de trabajo que renunciaba al trabajo para ir a viajar por varios meses, y recuerdo que le dije:

-“Ay Rochi, te re admiro. Me encantaría, pero nunca podría hacer lo que estás haciendo vos”.

Y bueno, el “me encantaría” se transformó en ¿por qué no?. Así que si de casualidad terminaste de leer este post pensando, me encantaría pero no podría, hace un stop y preguntate…¿por qué no?


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